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El juego de fútbol, mejor expresado, "el juego de la pelota" empezó en un lugar donde formábamos todos los lunes y los viernes para subir y bajar la bandera al son del himno nacional. Éramos unos privilegiados aquellos niños que nos quedábamos a comer en el colegio, tanto antes de comer, como después, nos dejaban jugar a lo largo de aquel espacio; Se formaban dos equipos con un montón de chavales, cada uno de nosotros (el que podía) aportaba un céntimo o más para comprar una pelota de plástico duro, más o menos 1,5 pesetas, para que más tarde llegara el portero del colegio y nos la requisara.
Tiempo después se formo el grupo "la pandilla" de chavales con su equipación de las Palmas de Gran Canaria. En la parte posterior del Hotel Corona de Aragón, había un gran solar, se utilizaba como aparcamiento para los clientes del hotel, pero aún así quedaba un gran espacio. Aprovechábamos la marquesina del aparcamiento para una de las porterías y la contraria dibujada en la pared de un edificio de enfrente. Entre todos los chavales adecentábamos el solar, quitando hierbas, piedras y otros elementos del solar. Hasta conseguir un espacio más adecuado para la práctica del deporte, "el fútbol". Aquello no duro mucho, pero lo aprovechamos. Posteriormente fueron apareciendo otros solares y zonas que...
"La Pirita" una zona industrial de la Almozara, Doctor Fleming, un solar, actualmente es el Museo Pablo Gargallo, entre otros solares de la zona.
Más adelante descubrimos campos de fútbol reglamentados; el campo de fútbol frente a la empresa de el TUDOR, pero nos quedaba un poco lejos. Y otros campos también de fútbol, situados bajo el puente del ferrocarril, tal vez de Escolapios, de éste salíamos casi siempre corriendo, ya que soltaban perros a mitad de partido.También nombrar a la persona que los soltaba, nos disparaba con una escopeta de postas de sal. Ver para creer.
Tiempo después se formo el grupo "la pandilla" de chavales con su equipación de las Palmas de Gran Canaria. En la parte posterior del Hotel Corona de Aragón, había un gran solar, se utilizaba como aparcamiento para los clientes del hotel, pero aún así quedaba un gran espacio. Aprovechábamos la marquesina del aparcamiento para una de las porterías y la contraria dibujada en la pared de un edificio de enfrente. Entre todos los chavales adecentábamos el solar, quitando hierbas, piedras y otros elementos del solar. Hasta conseguir un espacio más adecuado para la práctica del deporte, "el fútbol". Aquello no duro mucho, pero lo aprovechamos. Posteriormente fueron apareciendo otros solares y zonas que...
"La Pirita" una zona industrial de la Almozara, Doctor Fleming, un solar, actualmente es el Museo Pablo Gargallo, entre otros solares de la zona.
Más adelante descubrimos campos de fútbol reglamentados; el campo de fútbol frente a la empresa de el TUDOR, pero nos quedaba un poco lejos. Y otros campos también de fútbol, situados bajo el puente del ferrocarril, tal vez de Escolapios, de éste salíamos casi siempre corriendo, ya que soltaban perros a mitad de partido.También nombrar a la persona que los soltaba, nos disparaba con una escopeta de postas de sal. Ver para creer.
Al leer tus entradas, mi sonrisa afloraba a la boca, y todavía persiste; y el motivo es porque me identifico con muchas de las situaciones que describes. Me has refrescado mi historia futbolística, que empezó como la tuya, salvaje: con 12 años nos atrevíamos a organizar partidos en el solar que hacía esquina con Paseo Renovales y Arzobispo Morcillo, junto a unos autos de choque, sin arbitro ni entrenador; anteriormente la escuela había sido la calle. Mi primer entrenador lo tuve a los trece años, cuando empecé a jugar federado, y entrenábamos en otro solar.¡Qué tiempos!
ResponderEliminarTodavía perdura mi sonrisa. Gracias por rememorarme aquella época, que ahora parece épica, pero entonces la veíamos tan normal.